Una mujer más allá de su tiempo (Barcelona, 1866 – Montevideo, 1949)
Las crónicas de la época la describen como: “Una mujer pequeña, de una ternura comunicativa que traspasaba a las personas y a las cosas, y de una voluntad de idea y de acción que no parecía caber en aquel cuerpo mínimo. Dueña de una inteligencia robusta, una memoria asombrosa y una imaginación exuberante, se destacaba por su modestia, su desinterés, su enorme bondad; repudiaba la violencia pero amaba la rebeldía constructiva.”
Dedicó su vida a descubrir los secretos del alma infantil y a lograr que cada niño pudiera desarrollarse plenamente, respetando su personalidad.
Funda el primer Jardín de Infantes de América, en 1892, en la zona de la Aguada, en Montevideo-Uruguay. Formó también a los primeros maestros especializados en alumnos preescolares. “Nuestra Institución –decía Enriqueta– en lo esencial, se basa en la convicción de que las aptitudes humanas nacen siempre para el bien, la investigación y el trabajo; porque ofrece al niño un nuevo hogar, porque en su seno se respira el ambiente purísimo del amor tolerante y severo; de la verdad evidente y hermosa, de la salud del alma y de la salud del cuerpo”. Entre sus objetivos estaba: “educar a los alumnos para ser ciudadanos activos en la construcción de la democracia social” y “enseñar a valorar y participar de las artes, las ciencias y el saber de la cultura de la humanidad”.
Homenajearla, honrarla y recordarla cada día, es justamente lo que por siempre, nuestra institución pretende trasmitir a través del tiempo. Cada una de las directoras y maestros que han transitado por esta institución tacuaremboense, ha mantenido como faro y guía los principios que ella defendía.